Femeninas de ojalata

Estaba charlando en una taberna irlandesa tomando una Coronita con un amigo cuando irrumpieron en la sala tres chicas en edad de merecer por la puerta principal, dos rubias y una morena, las tres con falda y con un generoso escote. Eran guapas, estaban arregladas y parece que venían de compras por las bolsas que portaban con el distintivo del triángulo verde. Sus gestos apuntaban clase y tuvimos la suerte de que se sentaran en una mesa que quedaba detrás de nosotros, a mi espalda. Yo ya no podía verlas ya que estaban tras de mí, pero pude oírlas y no me resistí a estirar un poco el gadgetoido para enterarme de que hablaban estas tres lindas concubinas.

Mi suerte cambio de inmediato cuando ya habiendo perdido mi recreo visual solo me quedaron las ondas sonoras como estímulo a mi insaciablemente curiosa mente.

- Tía, esas camisetas estaban super caras, pero te quedaban super bien, que putada me las hubiera comprado.

- Ya tía pero ya sabes lo que cuesta todo en el corte, yo en el Zara me compro dos camisetas por 10€.

- Ufff, pues hoy me ha llamado Carlos, estoy hasta el coño de que me llame que pesado

- ¿Qué hace pues, te da mucho mal?

- Nada que me tiene super agobiada, me llama mucho para saber que hago a todas horas

- Joder tía yo no lo aguantaría mandale a la mierda o dile algo, de verdad

- Bueno tampoco es para tanto, pero algo le tendré que decir

- Pues a mi el Esteban no me llama casi nada, yo tampoco le contesto, que le den

-¿Esteban?

-Sí, aquel chico que conocí el sábado que fuimos a Pacha que iba super borracha y vomite al llegar a casa

Ni que decir que al rato nos levantamos mi amigo y yo, y poniendo la mirada en la puerta de camino hacia la salida no tuve ningún interés en volver a mirar ni saber nada más de estas tres bellas señoritas.