¿Tortilla de patata con ketchup?

Echar ketchup a la tortilla de patata simplemente me parece un insulto contra el buen gusto, un atentado contra las buenas formas en la mesa de un gourmet y una muestra de una incultura culinaria manifiesta

Estas vacaciones estuve cenando en un restaurante con dos amigos de camino a Conil de la Frontera, Cádiz. La parada fue tardía sobre las 23:00 en cualquier parte de Ciudad Real. Los tres decidimos que nuestro segundo plato fuera tortilla de patata, ese plato tan español que nos gusta tanto.


Al comenzar a dar el primer bocado de tortilla comprobé que no estaba nada mal aunque tampoco era de las mejores que había probado, ni mucho menos. Mi sorpresa fue cuando uno de los acompañantes... No podía creerlo, ¡estaba echando ketchup en la tortilla de patata!.

¡Vergüenza os debería dar!

Mientras esa salsa de tomate dulzón caía sobre el noble alimento español que tanta preparación artesanal requiere e incluso arte culinario, comencé a entender ciertas cosas que ocurren en esta sociedad, en la generación veinteañera que existe ahora mismo y la que está por venir. Unas generaciones quizás simplistas y conformistas que no saben apreciar lo bueno de la vida.

Echar ketchup a la tortilla de patata simplemente me parece un insulto contra el buen gusto, un atentado contra las buenas formas en la mesa de un gourmet y una muestra de una incultura culinaria manifiesta. Lo mismo da degustar la tortilla preparada por tu abuela que una hamburguesa del Burriking. Pero es con lo que nos ha tocado vivir y hay que asumirlo, muebles del Ikea, platos combinados cuan fritanga barata, el Chikilicuatre, votar a ZP y otra de gambas.