jueves, 17 de julio de 2014

¿Por qué me cae tan mal Carlos Sobera?

Si tuviera que ser objetivo y expresar los motivos racionales de porque me cae tan mal Carlos Sobera seguramente no pondría tantos sobre la mesa como creo poseer, pero no lo puedo evitar, cada vez que pongo la TV y aparece su jeta cambio de canal como un gato huye del agua, ¡no lo soporto!, ¡lo odio!.

Carlos Sobera me parece un producto comercial, un presentador cualquiera de programas  tipo Atrapa un millón, el cual le hizo saltar a la fama por su movimiento de la ceja, -que ya hacía Emilio Aragón años atrás-. Pero bueno, intentaré racionalizar mi repulsa ante este personaje de la forma tan objetiva como sea capaz.

Para empezar me parece un listillo que va de sobrao, es mítico el vídeo donde se empezó a descojonar de uno de sus concursantes,  lo cual parece muy simpático pero en realidad es un vivo retrato del su alter ego.  Por otro lado, me parece que sin serlo quiere dar el perfil de macho alfa, en plan ¡apartad a un lado que aquí estoy yo!, para darse cuenta de esto solo hay que escuchar su entonación de voz, que fuerza sobremanera para parecer el remacho, aunque lamentablemente para él no va mucho con su aspecto si miras su careto entre simio y capitán Spock. 

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Más falsos que una moneda de 3€

En cuanto a trato con la gente me parece bastante sobreactuado, porque no nos confundamos, estos presentadorcillos se ganan el pan gracias a parecer ser amables, que no quiere decir ser amable en la vida real, y a este carca se le nota más su antipatía que a Falete su escasa masculinidad. Solo hay que verlo cuando habla con una señora del pueblo, la típica maruja.  El Sobera en ese aspecto es bastante cortante, ya que carece de la naturalidad suficiente para hablar con una ama de casa sin estudios, de escasa capacidad verbal, vamos de las de antes. Habilidad que sí posee por ejemplo Arturo Valls ó Bertín Osborne –que tiene más cara que espalda-. Ante esta situación el Sobera no se siente demasiado cómodo e intenta solventar este tramite de una forma sofisticada para que la expresividad de la calle no enturbie su refinada exquisitez pijoteril de vendedor de relojes de segunda mano, pseudo-intelectual, llevando la conversación a su terreno y forzando el diálogo, contestando a la señora de turno de una manera fría, distante y disonante. De ahí emana un tufillo a clasismo y de mirar por encima del hombro que apesta a cadáver de una semana.

No sé que se ha creído este tío, si analizamos su carrera es más bien mediocre, solo ha ido dando saltos por la TV sin una vocación clara, ¿alguien me podría decir una película donde haya participado el Sobera? , ¿algún programa aparte del consabido ¿Quién quiere ser millonario?.

En definitiva, el Sobera es un producto televisivo amortizado, un zombie de la gran pantalla que actúa por inercia y mero trámite. Ya ha dado todo lo que tenía que dar, su momento de gloria ya pasó, cuando las arrugas obstruyeron su musculatura cejil. Ahora la TV ha dado paso a nuevos talentos como el niñato creído, prepotente e insoportable Christian Gálvez, con el cual se da codazos para captar la audiencia.

He de decir que al fin y a la postre si he encontrado motivos racionales para comprender mi odio hacia el Sobera, –“Sobera me lees?”-, “-¿sí?”-, –“Pues eso, menos lobos caperucita…“-

1 comentario:

  1. Creía que sólo yo pensaba que el cristian galvez era un soplapollas pseudo-intelectual mas cursi que una perdiz con bragas

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