domingo, 31 de mayo de 2015

Hipster: La invasión zombie

Como si de una película de zombies de George Romero se tratara el fenómeno hipster (inconformista), se está extendiendo en España como la espuma, en especial como no, en la capital de España, Madrid, concretamente en el barrio de Malasaña. Si te montas en el metro a cualquier hora del días no te pasará desapercibida la presencia de estos seres con peinado hitleriano,  gafas de pasta, barbón bacteriano (tan higiénico como un retrete) y camisas de cuadros, ojeando su Iphone de último modelo. Por cierto, que cojones, ¡George Romero también parece Hipster!



George Romero parecía hispter

En fin, como os iba comentando, el “hipsterismo” a mi parecer es un fenómeno de lo más absurdo, una moda más similar al Grunge, que como éste, tiene fecha de caducidad. Según Wikipedia está es la definición de Hipster:
La cultura hipster es una subcultura asociada en mayor medida con la música independiente. Se caracteriza por una sensibilidad variada, alejada de las corrientes culturales predominantes (mainstream) y afín a estilos de vida alternativos. El interés por los medios de comunicación incluiría películas de cine independiente, revistas como Vice o la publicación mexicana Bold Magazine y sitios oficiales como Pitchfork Media.1
Se ha dicho que el «hipsterismo convierte elementos auténticos de todos los movimientos alternativos de la posguerra —beatnik, hippie, punk y grunge– en fetiches», se inspira en el «acervo cultural de aquellas etnias que aún no han sido asimiladas» y «lo regurgita con un guiño nada auténtico».
Es totalmente contradictorio que alguien que pretenden alejar de las culturas predominantes, adopte una cultura “menos predominante”, pero que te dicta como tienes que vestir, pensar y actuar. Adaptarte a una subcultura minoritaria, ya sea la tribu urbana hipster, emmo, heavy o gótico me parece una manifiesta falta de personalidad por parte de la persona que se disfraza de una de estas tendencias. Las personas que levantan este tipo de “muros”, no hacen sino buscar la aceptación, la aprobación y el aplauso de un grupo de personas, pero no realmente por quién son ellos mismos, sino por su acertado disfraz de hipster, rapero, skin head, etc… Es decir, en el fondo todo este movimiento una puta mierda llena de superficialidad, en el que no te quieren por lo que eres, sino por lo que aparentas ser, es decir, no por tu contenido, si no por tu envoltorio. Estoy seguro de que hace un año a ninguno de estos hipsters se le hubiera ocurrido dejarse esa barba bacteriana y bigote a lo Dalí.


El movimiento hipster tiene el agravante de pretender ser alternativo, buscando el uso de productos ecológicos, hasta el punto de usar la mierda de bicis Fixie (rondando los mil euracos), sin frenos, lo que es absurdo en pleno 2015, pudiendo acarrear un sinfín de accidentes. Pero eso no es lo peor, sino que el hipster es un consumidor compulsivo de productos MAC del negrero psicópata explotador de chinos Steve Jobs. Este asunto sitúa a los hipster dentro del capitalismo más especulativo y profundo, muy lejos de la pretendida imagen de personas ecologistas que cultivan su propia comida en su huerto.


El aspecto del hipster es ridículo

Otra tontería propia de los hipsters que ellos mismos no se reconocen como tales, sino que eso lo dejan en manos de la opinión de otros hipsters (que a su vez tampoco se reconocen como tales), lo que crea una especie de competición absurda por buscar el disfraz más logrado, cuando no una crisis de identidad.

En definitiva, el hipsterismo es una victoria más de la mente colectiva, frente a la mente individual, lo que denota unos seres con grandes problemas de identidad, que ante su vacío de principios sólidos ante la vida, se dejan en manos de un movimiento que les soluciona la tarea de pensar y actuar por si mismos, dejando su esencia como personas en manos de la primera moda pasajera que surge, al más puro estilo zombie.

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