La geishas tienen un rostro privado durante el día y uno público durante la noche. Con la luz son mujeres prácticas, realistas e independientes que se dedican a la música y la danza clásica japonesas. Como las monjas, viven en comunidades femeninas y consideran su profesión como una llamada más que como un trabajo. Están solteras. Aquellas que se casan tienen que abandonar la profesión. Mientras la ejercen, por las noches muestran su cara pública para entretener a los hombres.
Para ellas, la seducción no es una cuestión de sexualidad, sino el aprendizaje de un arte. Una de las lecciones que se aprende es la importancia de la interpretación. No ser uno mismo supone realmente una gran liberación. Cuando una geisha se maquilla, no quiere mejorar su propia naturaleza, lo que quiere es meterse en un papel. Convierte su rostro en un lienzo en el que pinta las características de la feminidad. El siguiente paso de la transformacion es el kimono. Las envuelve de la cabeza a los pies, ocultando su silueta. La palabra clave es modestia. El misterio es mucho más seductor que revelar demasiada piel. Lucido a su manera, deja casi todo a la imaginación, pero no del todo. Como el maquillaje, el kimono no está creado para favorecer a su portadora. Es una pieza de arte en sí, está valorado en varios miles de euros y llevarlo es un privilegio.
La esencia de la ceremonia del té es algo sencillo. Cada gesto forma parte de una coreografía exenta de un solo movimiento innecesario. Las geishas conducen a sus clientes hasta un mundo d fantasía en el que durante unas horas, se liberan de la monotonía de la vida diaria. En este mundo mágico todo está permitido. Ella puede decir que el presidente de la empresa es el hombre más atractivo del planeta y que está locamente enamorada de él. Pero todo es un juego. Al final de la velada, le despedirá con un casto beso en la mejilla. Su inaccesibilidad la hace aún más deseable. Una geisha puede hacer sugerencias brillantes, pero siempre se asegura de que el hombre piensa que ha sido él quien ha tenido la idea. Según su filosofía, los hombres necesitan que les alimenten el ego. Saber que son listos, fuertes y poderosos, aunque ella y también ellos, sepan que no es así.
Estas mujeres no son prostitutas, pero pueden ser una fuente de queridas potenciales. En el pasado, tenían la reputación de maestras del sexo. Probablemente no conocen ninguna técnica extraordinaria, la principal diferencia es su actitud deshinibida y centrarse en el placer del hombre. Puede que aparenten sumisión, pero realmente son independientes y libres. Como las sirenas, enredan a los hombres con sus cantos. Hacen que las necesiten, pero ellas no las necesitan.
Leido: chicahoy
¿Serpiente has hecho tu este artículo?
ResponderEliminarjajaja nop ahora pongo de donde me he basado
ResponderEliminar