Fuente: microsiervos
The Room Illusion ,es uno de los más asombrosos e impactantes fragmentos del maravilloso y altamente recomendable documental Brain Story (2000). Es una ilusión óptica de las mejores que haya visto nunca. No hay trucos digitales ni de post-producción: es una escena real, rodada de una forma… especial. Es una ilusión tan buena, tan buena, que puedes verla una, y otra, y otra vez mientras los ojos engañan a tu cerebro continuamente.
En la secuencia, las niñas parecen cambiar de tamaño al moverse por la habitación. ¿Qué está sucediendo? En realidad se trata de una habitación construida de una manera… peculiar: su perspectiva está tremendamente deformada, incluyendo los muebles que contiene, el lado izquierdo que es más grande que el derecho y hasta algo de pendiente. Pero el ángulo de cámara se ha elegido cuidadosamente para que parezca normal en cada toma.
Nuestros ojos ven la escena y el cerebro interpreta que está ante una habitación, «y todas las habitaciones son rectas». Los movimientos de las niñas confunden al cerebro, porque parecen cambiar de tamaño, pero el cerebro tiene grabado tan profundamente que esa habitación «ha de ser como todas las demás habitaciones» que la mente prefiere creer… ¡que las niñas cambian de tamaño!
Lo que explica la narradora es que, en nuestra limitada percepción del mundo exterior, es tan importante lo que el cerebro espera ver como lo que realmente ve. Un ejemplo asombro de cómo nuestra memoria visual y nuestra imaginación pueden literalmentee influir en cómo pericibimos lo que tenemos delante de nuestros ojos.,
Es tan difícil salir de esta ilusión óptica de la habitación deformada que mucha gente sigue sin entender lo que sucede realmente, o cómo es la habitación, aun viéndolo muchas veces.
Esta construcción se llama La habitación de Ames (en la Wikipedia: Ames Room, con un plano de cómo se construye el efecto). Fue el oftalmólogo Adelbert Ames quien la creó en 1946 a partir de un concepto del médico y físico Hermann von Helmholtz. Una aplicación práctica de esta perspectiva forzada fue usarla en El Señor de los Anillos para conseguir que los hobbits parecieran pequeñitos al lado del mago Gandalf, especialmente en las secuencias de interiores.
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